El intendente de Avellaneda, Gonzalo Braidot, disertó recientemente en un foro en la ciudad de Corrientes, donde compartió la experiencia de su municipio en la implementación de un sistema integral de gestión de residuos. Durante la entrevista con Vivos y Sueltos, Braidot destacó cómo esta política, que hoy parece algo normalizado, comenzó hace casi una década, cuando él se desempeñaba como Secretario de Gobierno.
En ese momento, solo grandes ciudades como Rosario y Santa Fe comenzaban a trabajar en la diferenciación de residuos, y para Avellaneda, un municipio más pequeño, el desafío era aún mayor. Sin embargo, gracias al apoyo técnico de la Asociación Internacional del Friuli, se logró implementar el programa de diferenciación de residuos domiciliarios.
Una de las claves del éxito, según Braidón, fue el enfoque como una política de Estado, sostenida a lo largo del tiempo sin interrupciones. Esto implicó un compromiso entre el ciudadano y el municipio: los vecinos debían diferenciar los residuos en sus hogares, y el gobierno local se encargaba de la recolección y el tratamiento en la planta correspondiente.
A lo largo de estos años, la gestión se ha ido perfeccionando con nuevas iniciativas, como la instalación de puntos limpios móviles, la recuperación de residuos de construcción, neumáticos y aceite vegetal usado. Braidót resaltó que uno de los factores que facilitó el proceso fue la venta de tachos de basura de distintos colores en los comercios locales, lo que ayudó a que la separación de residuos se naturalizara en los hogares.
Hoy, a casi 10 años de su implementación, la gestión integral de residuos en Avellaneda es parte de la vida cotidiana de los vecinos, un ejemplo de cómo una política pública puede transformarse en un hábito colectivo sostenible.
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