Maximiliano Fernández, miembro de la comunidad qom e integrante de INCUPO, reflexionó sobre el rol del Estado en el genocidio indígena de 1924 y la importancia de sostener la memoria como herramienta de lucha.
“Nunca hubo una sublevación. Fue un reclamo justo por reconocimiento”. Con esas palabras, Maximiliano Fernández, docente e integrante de la comunidad qom en Quitilipi, Chaco, remarcó la importancia de visibilizar lo ocurrido hace más de un siglo en Napalpí, donde cientos de integrantes de pueblos originarios fueron masacrados por el Estado.
La entrevista, pospuesta por cuestiones técnicas el viernes pasado, finalmente se concretó este lunes y giró en torno a la recuperación de la identidad, la historia y la exigencia de derechos indígenas, a más de cien años del crimen.
“Napalpí no es solo un hecho, es un territorio sagrado”
Maximiliano explicó que desde INCUPO vienen trabajando el dictado de cursos de derechos territoriales en Colonia Originaria —una zona conformada por los lotes 38, 39 y 40— donde ocurrió la masacre. Allí se busca recuperar la memoria territorial indígena y revalorizar los espacios que han sido históricamente invisibilizados.
“Siempre que tenemos oportunidad, intentamos visibilizar estos otros territorios, reconocerlos. Napalpí sigue siendo un lugar sagrado para las comunidades”, sostuvo Fernández.
El nombre mismo, explicó, encierra una cosmovisión: “Napalpí significa ‘lugar de nuestros muertos’ y ya antes de 1924 era un espacio simbólico para nuestras comunidades”.
El rol del Estado en el genocidio
El 19 de julio de 1924, el Estado argentino ejecutó una masacre en la que murieron más de 400 indígenas qom y moqoit, según la reconstrucción histórica realizada por sobrevivientes y organizaciones.
“No fue un levantamiento, fue un reclamo digno de condiciones laborales y reconocimiento”, dijo Fernández.
La Justicia Federal del Chaco, en un fallo histórico, reconoció en 2022 que se trató de crímenes de lesa humanidad en el marco de un genocidio contra los pueblos originarios. A pesar de ello, aún queda un largo camino por recorrer en materia de reparación y visibilización.
El legado de Juan Chico
Durante la charla, Fernández recordó la figura de Juan Chico, historiador qom fallecido en 2021, quien jugó un rol clave en la reconstrucción de la memoria de Napalpí. Su trabajo articulado con comunidades y educadores permitió romper el silencio oficial que ocultó durante décadas el crimen de Estado.
“Juan fue una luz. Junto con mi padre, empezaron a recuperar esta memoria en el centro de formación para maestros aborígenes. Su legado sigue presente”, afirmó.
También lamentó la pérdida de ancianos y referentes comunitarios durante la pandemia: “Son nuestras fuentes orales de conocimiento, y cada pérdida representa un vacío enorme para nuestras comunidades”.
Una memoria que interpela
Finalmente, Maximiliano valoró el espacio radial para seguir hablando de estas temáticas: “Es importante reflexionarnos como sociedad. La historia de Napalpí no es una historia del pasado, es parte de nuestro presente”.
A 101 años del crimen, las comunidades originarias siguen exigiendo memoria, verdad y justicia. Y, como bien dijo Fernández, “es una luz que debemos hacer más grande cada día”.