El intendente de Reconquista vuelve a poner en evidencia cómo la autonomía y la estrategia personal marcan la política local, más allá de disputas internas y conflictos partidarios.
Enrique Vallejos tomó una decisión que para algunos resultó polémica: respaldar a Provincias Unidas, movimiento provincial que agrupa gobernadores de distintos signos políticos. Lo cierto es que, más allá de la sorpresa que generó entre algunos dirigentes peronistas locales, su postura no es nueva ni inesperada. Vallejos siempre se ha caracterizado por moverse con libertad estratégica, priorizando la gobernabilidad de Reconquista y su supervivencia política sobre lealtades partidarias estrictas.
Las críticas internas que surgieron tras su anuncio reflejan más una reacción emocional que una sorpresa real. Los intendentes y militantes que esperaban ser informados sobre su decisión olvidan que, históricamente, Vallejos actúa autónomamente, tomando decisiones basadas en el contexto y en las cartas que tiene sobre la mesa, sin confrontar públicamente y evitando darle visibilidad a sus adversarios.
Más allá de las críticas, su movimiento responde a tres factores claros: mantener el apoyo provincial necesario para gobernar, responder al ninguneo del peronismo provincial hacia intendentes peronistas y aprovechar oportunidades estratégicas para Reconquista. Su trayectoria demuestra que, para Vallejos, la prioridad siempre ha sido la ciudad y su gestión, más que los alineamientos estrictos dentro del partido.
El debate generado refleja una tensión histórica del peronismo local: mientras los grandes centros partidarios del sur y Rosario imponen agendas, los referentes del norte a menudo deben buscar caminos alternativos para asegurar visibilidad y recursos. Que algunos dirigentes locales se sientan molestos no cambia el hecho de que Vallejos ha sido consistente con su estilo: actuar con autonomía, priorizando objetivos concretos sobre disputas simbólicas.
En definitiva, la decisión de Vallejos es un acto de estrategia política, no de traición. En un contexto donde el norte santafesino rara vez tiene protagonismo real dentro del peronismo provincial, su movimiento confirma que la política local exige más pragmatismo que dogma. Quienes critican hoy lo que él hizo, deberían recordar que en Reconquista, la gestión y la supervivencia política muchas veces van por delante de las lealtades partidarias.
Editorial: Sergio Raynoldi